Volvemos con otro de los personajes reales que aparecen en la novela "Mursiyya, el talismán del Yemení" (editorial Dokusou) y que vivió a finales del siglo VIII y principios del siglo IX (durante el emirato de al-Andalus, no confundir con épocas posteriores como los reinos de taifas).
¿De quién hablamos hoy?
Esta vez se trata de Abd Allah, que ejercía de gobernador de Valencia en los últimos años de gobierno del padre de Abderramán II (el emir al-Hakam I) y durante los inicios de la guerra civil en Tudmir (provincia de Murcia y aledañas). Hablaremos de él muy brevemente, pues su intervención en la novela "Mursiyya, el talismán del Yemení" también es breve, aunque no por ello menos importante.
Antecedentes
Este Abd Allah fue un poco rebelde. Era tío del emir de al-Andalus al-Hakam I y se rebeló en Zaragoza contra este. Ya lo había hecho anteriormente (lo de rebelarse) contra el anterior emir, Hisham I, a la vez que lo hiciera Suleyman en Mérida (este, con menos suerte que nuestro protagonista, pues su cabeza fue entregada en una bonita caja al emir traicionado).
Finalmente, como premio a su constante rebeldía, o más bien para satisfacer su ambición y que no molestara más, parece ser que fue nombrado gobernador de Valencia.
Ambición sin límites
Según las crónicas, este ambicioso hombre quiso aprovechar la muerte de al-Hakam I, para hacerse con el poder en Córdoba y así gobernar todo al-Andalus como emir. Debió de pensar que ser familia del difunto emir le otorgaba ese derecho y que podría aprovechar los primeros momentos del gobierno del heredero del trono para derrocarlo. No en vano, Abderramán II, recién aterrizado en las labores de Estado, debía demostrar su valía a la vez que afianzar su poder y hacerse con los complejos mandos del aparato estatal. Unos meses de debilidad que había que aprovechar antes de que pasara.
En Mursiyya y Tudmir
Con semejante mezcla de ingredientes solo podía suceder lo que a continuación contamos: el gobernador de Valencia reunió un ejército propio e intentó, nuevamente, rebelarse. Esta vez, como apuntábamos, contra el recién nombrado emir Abderramán II. Pero antes, para recabar apoyos, pasó por Tudmir, donde una guerra civil entre Yemeníes y Mudaríes se estaba gestando. Allí encontraría su final, probablemente en Lorca. Y pocos lectores imagináis cómo fue su muerte. Lo descubriréis en la novela.
¿De quién hablamos hoy?
Esta vez se trata de Abd Allah, que ejercía de gobernador de Valencia en los últimos años de gobierno del padre de Abderramán II (el emir al-Hakam I) y durante los inicios de la guerra civil en Tudmir (provincia de Murcia y aledañas). Hablaremos de él muy brevemente, pues su intervención en la novela "Mursiyya, el talismán del Yemení" también es breve, aunque no por ello menos importante.
Antecedentes
Este Abd Allah fue un poco rebelde. Era tío del emir de al-Andalus al-Hakam I y se rebeló en Zaragoza contra este. Ya lo había hecho anteriormente (lo de rebelarse) contra el anterior emir, Hisham I, a la vez que lo hiciera Suleyman en Mérida (este, con menos suerte que nuestro protagonista, pues su cabeza fue entregada en una bonita caja al emir traicionado).
Finalmente, como premio a su constante rebeldía, o más bien para satisfacer su ambición y que no molestara más, parece ser que fue nombrado gobernador de Valencia.
Ambición sin límites
Según las crónicas, este ambicioso hombre quiso aprovechar la muerte de al-Hakam I, para hacerse con el poder en Córdoba y así gobernar todo al-Andalus como emir. Debió de pensar que ser familia del difunto emir le otorgaba ese derecho y que podría aprovechar los primeros momentos del gobierno del heredero del trono para derrocarlo. No en vano, Abderramán II, recién aterrizado en las labores de Estado, debía demostrar su valía a la vez que afianzar su poder y hacerse con los complejos mandos del aparato estatal. Unos meses de debilidad que había que aprovechar antes de que pasara.
En Mursiyya y Tudmir
Con semejante mezcla de ingredientes solo podía suceder lo que a continuación contamos: el gobernador de Valencia reunió un ejército propio e intentó, nuevamente, rebelarse. Esta vez, como apuntábamos, contra el recién nombrado emir Abderramán II. Pero antes, para recabar apoyos, pasó por Tudmir, donde una guerra civil entre Yemeníes y Mudaríes se estaba gestando. Allí encontraría su final, probablemente en Lorca. Y pocos lectores imagináis cómo fue su muerte. Lo descubriréis en la novela.
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